De acuerdo con nuestro principio de vivir aprendiendo y aprender viviendo, compartimos el saber que nos aflora al vivir, en la Florida, el paso del Huracán Irma. Sirva de luz a todo humano, al aplicarlo a cualquier otra vivencia de desastre.
1. ¿BIEN PREPARADOS?
Dieron el aviso de tremendo huracán, y cuando fuimos, no encontramos ya agua en la tienda, ni tornillos, ni planchas de madera para tapar las ventanas, ni brocas para mampostería, ni generadores, ni hay ya gasolina en las gasolineras, ni comidas enlatadas en los mercados…
¿Sabe alguien qué hay que hacer para salvarse de ese monstruo? ¿Cómo pasarla bien uno y los suyos? ¿Buscamos un refugio seguro de los que ofrece el Estado? Sí, puede ser lo mejor, no nos gusta, pero es una salida válida, pues en casa no podemos quedarnos ante una tormenta de categoría 4 o 5, que es casi seguro que va a pasar por acá.
Ya sabemos que vivimos en una zona del planeta que este tipo de amenazas está ahí, latente, todos los años, durante casi una mitad del mismo. ¿Qué fácil sería hacer un plan ya permanente, y tener todo lo necesario para estar listo en cuanto den el aviso? De hecho, mucha gente ya tiene contraventanas de fácil instalación, ya sea las de paneles de aluminio o las de acordeón, o tal vez ya tenemos las famosas “ventanas de impacto”; podemos tener generador y agua embotellada, hasta un buen seguro… todo lo necesario para pasar unos días sin luz ni agua… pero ¿Quién quita que el huracán nos arranque el techo de la casa? O ¿qué pasa si la marejada avanza, si el ciclón se estaciona mucho tiempo y el sistema de canales colapsa y toda mi casa se inunda de agua? ¿Y si pierdo todo, fotos recuerdos, trabajos personales?; y mi vida, y la de los míos ¿Estarán seguras?
Se agolpan dentro de mi temores, pensamientos y sentimientos que a veces no sé que están ahí, pues estoy muy ocupado en terminar el trabajo asignado, en cumplir con éste o aquél… Hasta la única persona, con quien debo establecer una unión más fuerte ante estas amenazas, mi pareja, anda por un lado y yo por otro. Ella temiendo unas cosas y yo otras, ella evadida buscando una aguja de coser y yo tratando de conseguir el tornillo que me hace falta… cuando nos encontramos ella y yo ¿Qué? ¿Nos abrazamos? ¿Expresamos los miedos que tenemos, el amor que sentimos, los temores por lo que pueden sufrir nuestros niños, temores por perder logros, el desconcierto o la rabia por tener que cambiar los planes, desorganizar nuestra casa, nuestro trabajo y no poder hacer lo que pensábamos, o el disgusto por perder quizá unas vacaciones, o una oportunidad de negocio o de avanzar en un trabajo…?
¡Si pudiéramos, hacer un stop y lograr saber lo que estamos sintiendo dentro de nosotros, para luego poder compartirlo con el otro o la otra y dejar que ella o él saquen de dentro lo que les inquieta! ¡Qué bueno sería!
Pensamos muy comúnmente que para ser valientes hay que ir en contra de los sentimientos, olvidarlos, reprimirlos, vencerlos… Pero ¿nos superamos realmente cuando hacemos esto? ¿Y si hasta me llega a tocar morir? ¿Me llevaré conmigo todo eso?
Hay muchas formas en las que ese caudal interno de sensaciones, miedos y sentimientos, no bien canalizados, se pueden volcar hacia afuera en un momento dado, de manera descontrolada; pues llega a suceder algo parecido al mar que rompe los límites normales y penetra en la ciudad, o al río que se desborda, o a los canales que se saturan… O hacemos barbaridades manejando el carro, o le gritamos a los niños sin razón, o discuto desproporcionadamente con mi pareja, echándole la culpa de todo, o me convierto en un problema más porque me da un ataque de pánico, o me paralizo y no hago nada, o lloro descontroladamente o, expreso mis miedos a cualquiera en la cola del mercado, o me desvelo y no puedo dormir, ni descansar, o me refugio en el hacer y hacer… ¡Cada cual debía saber cuándo y cómo se descontrola, y darse cuenta de ello, para tomar las riendas de lo que le toca y saber salvarse con los suyos!
2. EL HURACÁN, UN SÍMIL
El huracán mismo, por definición, lleva una dirección incontrolable. Decía el experto meteorólogo que los ciclones no tienen autonomía; es decir, no se rigen ellos mismos; sino que, existen regidos por causas externas a ellos… primero se forman por drásticas diferencias de presión en la atmosfera, haciéndose ese espantoso viento, que corre como para llenar un vacío; y luego, después que ya se forman, comienzan a aunar en torno suyo a muchas tormentas y van a avanzar arrasando con todo lo que encuentran a su paso; pero no hay nadie que pueda decir a ciencia cierta, con anterioridad, por dónde exactamente va a pasar.
¡Mira que ha avanzado la ciencia! Este año disfrutamos muchos detalles que nos enseñaron los expertos gracias al avance de la tecnología… Las imágenes que se logran tomar son impresionantes y los expertos siempre nos están actualizando el cono de posible trayectoria, y de hora en hora hay que estar velando y observando, puesto que no se sabe que es lo que va a hacer el huracán.
Si se lograra un día que el ciclón hablara -hipotéticamente claro- y poder conversar con él para que dijera lo que va a hacer, sería fantástico; pero, aunque así fuera, la verdad es que él mismo no sabría decir qué es lo que va a hacer, ni para donde va a ir, puesto que en él no existe voluntad propia, no es libre de decidir, no tiene autonomía… y podíamos decir más, no sabe lo que quiere, porque ni siquiera puede saber querer algo. Podríamos decir que es casi un no ser o, un anti-ser; al menos si lo tomamos como un símil, que nos sirva para iluminar y entender lo que nos puede pasar a las personas humanas, cuando nos descontrolamos.
Podemos arrasar con muchas cosas a nuestro paso, y entonces lo verdaderamente desastroso no está tanto en lo que el ciclón puede romper o destruir; está en lo que nosotros mismos podemos estropear a nuestro alrededor; y esto puede ser desde una simple mala respuesta a otro, o una no respuesta, un silencio o una inacción cuando el otro la necesitaba, hasta un acto de violencia; el cual hasta puede ser contra uno mismo (al ingerir alimentos o bebidas que nos dañan o hacerlo en exceso, por ejemplo) o, contra otro ser querido…
Pero lo peor es cuando llegamos a romper la confianza de un niño, cuando no se da la protección y el cuidado que ellos esperan y necesitan. Y esto mismo aplica con relación a los ancianos, los desvalidos; y -muy importante y central- esto se puede referir a nuestra relación de pareja; la cual, como siempre decimos en Ámense, es como una niña que está bajo muestro cuidado y que hay que atender, alimentar y hacer crecer, igualito que lo tenemos que hacer con los hijos.
3. SOY NO-CICLÓN, ¿PUEDO SALVARME?
Definitivamente, si entro a saber de mí, a conocer mi esencia, mi verdad, conoceré que, justamente, lo que no soy es Ciclón; pues yo sí tengo una autonomía que me define y me auto-determina. Dicho de otra forma: el ver la capacidad destructora de un huracán me debe llevar a reflexionar sobre quién soy, y descubrir que esa persona que vive en mí, ¡que soy yo!, me puedo salvar siempre de cualquier desastre, a partir de un saber y entender constantemente qué me pasa, qué siento, qué temo; para lograr saber así qué quiero y qué no quiero; para entonces poder realizarlo.
La tarea de cada día sería muy constructiva y lograría siempre el bien, si yo lograra, en cada momento, decir y hacer lo que quiero, pero no lo que creo que quiero, o el disfraz de ello; sino el bien que verdaderamente está en lo más profundo de mí, y que deseo realizar aquí y ahora ante la mirada de Dios, Su permiso y Su impulso.
Esta es una luz y un poder propios que el Padre de la vida me dio, de manera particular, para expresarlo, compartirlo, y realizarlo en constante interacción y común unión con aquellos a quien sé que amo; y de quien puedo ayudar a sacar el amor hacia mí; para juntos sacar algo nuevo, que no será nunca como un viento huracanado, sino como una briza suave que refresca, que aporta un bien a mi vida y a mi entorno.
Deseamos que todos los que se acercan a beber de Ámense, lo hagan con ese deseo de construir y de alejarse, desde dentro de sí mismos, de todas aquellas fuerzas destructoras que pueden salir de sí mismos, hasta sin saberlo, ni darse cuenta, porque salen de los daños no conocidos y sufridos, sin expresarlos, debido a comportamientos huracanados en los que nos vimos envueltos una y otra vez, quizá cuando aún no teníamos formada la autonomía propia, porque éramos niños inocentes, llevados y traídos por vientos que desconocían nuestra esencia, y que se alejaban, y me alejaban de mí mismo.
4. DESPUÉS DE LA TORMENTA... ¡NO VIENE LA CALMA!
En Cuba, es ya popular el decir que llevamos el azote de un huracán por casi 60 años, y Ámense sabe que es así, pues vivimos envueltos por las ráfagas constantes de un sistema que llevó al extremo, a escala social y totalitaria, precisamente el luchar contra los sentimientos, contra el corazón, contra la autonomía personal y familiar.
Cuando Cachita, nuestra patrona, aparece, no hay fuerza que la pueda arrancar de nuestros corazones, y hace que nos detengamos para llevarla en la canoa de nuestra vida personal y de nuestra familia. Es Ella quien viene y no dejará de venir nunca; pero al estilo de quien Ella es, al estilo del Amor, que se siente y se expresa desde el corazón. Es por eso que le imploramos algo que ya sabemos está en su manera de salvarnos: ¡Que después de la tormenta, no venga una simple calma, sino que venga Ella, ¡Cachita, La Caridad!
Virgen de la Caridad, abrimos nuestros corazones a ti, para que vengas a salvarnos, y lucharemos para saber expresar lo que nos pasa como personas, como familias y como sociedad; para, juntos, lograr el trabajo que queremos hacer, la casa que queremos tener, el placer que queremos disfrutar, la ciudad que queremos construir, y el amor por el que queremos vivir, ahora y en la hora en que nos toque morir. ¡Que así sea!
Alberto y Sara
Miami Springs, Fl Sept 15, 2017