Se acercan las celebraciones del Día de las Madres y, luego la de los Padres en junio. Con tales motivos, regalamos presentes y hacemos fiestas; pero me pregunto: ¿eso es suficiente? En realidad, el día a día, en esta sociedad, nos envuelve y nos deja sin tiempo de vivir lo que, de forma natural, nos toca. Muchas veces no damos a nuestros hijos la atención y el amor que tenemos para ellos, y que realmente merecen. ¿Estamos con ello realmente honrando madre y padre? ¿Podemos honrar a nuestros padres si no hacemos honor -en primer lugar- a nuestra propia maternidad o paternidad?
En Ámense he aprendido que mi realización como mujer va muy ligada al desarrollo natural de mi maternidad. He hecho consiente necesidades propias a través de descubrir y satisfacer las verdaderas necesidades de mis dos hijas. Al mismo tiempo, tanto mi esposo como yo, hemos podido superar diferencias e integrarnos más como esposos, al asumir responsablemente las atenciones y cuidados que -los dos juntos- debemos a nuestras hijas.
¿Nunca te has encontrado en un momento en el que no entiendes por qué tu hijo se comporta de esta o aquella manera, y que tú ni tu pareja saben qué hacer ante eso? A veces, al no poder con las respuestas que debemos dar a nuestros hijos, podemos ceder nuestra responsabilidad a otros: como pueden ser abuelos, maestros, niñeras, psicólogos, o sacerdotes. Puede ser que busquemos respuestas en los libros, o en Internet. Pero en realidad, ¿este es el verdadero bien para nuestros hijos? Definitivamente no podemos tratar de encasillar nuestras situaciones de vida en ninguna "receta", ni información generalizada. Tanto nuestros hijos, como nosotros, somos personas únicas y, por tanto, las respuestas a nuestras situaciones de vida son también particulares. Nosotros somos los responsables directos de nuestras propias vidas, y del sano crecimiento de nuestros hijos.
Mi esposo y yo recomendamos a todos los que podamos que asistan a los Encuentros de Ámense, pues allí no te dan "recetas", sino que cada cual aprende a sacar su maternidad o su paternidad desde el interior de sí mismos. Es lo mejor, porque te realizas tú y, al mismo tiempo, le haces el mayor bien a tus hijos, al saber darles lo que ellos necesitan específica y exclusivamente de ti como su madre o su padre y; saberlo distinguir de lo que pueden recibir de otros, que no son estrictamente sus padres (abuelos, familiares, maestros, comunidad y sociedad en general).
¡Acoge, conoce y ama a los niños! Al que eres tú mismo y a los que el Padre te encomendó, pues -como dice el Himno de Ámense- "en el niño está la esencia de Dios".
Un abrazo,
Omaira Pérez,
Miembro de la Comunidad de Liderazgo Ámense
video ilustrativo: http://www.youtube.com/watch?v=eXy4849c2sg&list=HL1368038634&feature=mh_lolz