Estamos en el "Spring break", y muchos hacen planes para esta semana en la que recesan las escuelas y universidades. Aunque muchos adultos siguen trabajando, la presencia de los niños en casa, obliga a hacer cambios. Encontramos ofertas de descuentos en renta de carros, hoteles y ciertos vuelos, para propiciar que personas y familias salgan y hagan unas vacaciones, aportando un favorable movimiento de la economía... Nuevamente, como en la Navidad, vemos cómo aparece la tendencia mercantil; pero el verdadero significado de este receso está ahí, y se hace sentir, aun cuando las personas no sepan, no lo crean, lo olviden o, no lo tengan en cuenta. ¡Está! y ¡es en primavera! y, es un "break" que rompe lo rutinario, lo queramos o no. Pero ¿para qué? ¿cuál es el verdadero significado de este tiempo?
La mayoría de las personas no ignoran tampoco que en estos meses se da la Cuaresma (lent), y se oye hablar de Semana Santa, del día de Easter (Pascua) y, existe una asociación, al menos de calendario, entre el Spring Break y estas festividades. Sabemos que el verdadero spring break es la Semana Santa; pero existe, en la práctica una desconexión entre el uno y la otra. El año pasado, por ejemplo, no coincidieron estas dos semanas, es que estas vacaciones de primavera, se tiende a desconectar de su sentido originario.
Pero este año, ¡qué bueno! estamos en Semana Santa y en Spring break a la vez. Y Ámense nos invita a encontrar el verdadero receso de escuela, la enseñanza esencial, los verdaderos cambios a realizar, las verdaderas salidas que deben darse en cada cual. No somos niños, pero si la presencia de los niños nos molesta, nos altera, nos quita la tranquilidad; y ante ellos nos comportamos indiferentes, o iracundos, o “pesados”, alterados, nerviosos… si no hacemos un “break” para acoger en nosotros la infancia, no podemos disfrutar del proceso esencial de la vida, donde algo muere y algo nace y, que la naturaleza misma nos lo indica con la primavera.
Se trata de un proceso de cambio que lleva en sí la tríada central de la Vida de Cristo: Su Pasión, Su Muerte y su Resurrección. Esta Santa Semana invita a estar recogidos, detenidos, para que salga y se manifieste en nosotros el Amor de Dios, en cuya pasión podemos identificar todo lo que hemos podido sufrir.
Si de dificultades económicas se trata, veamos esta misma como una oportunidad que el Padre nos pone para detenernos sin necesidad de gastar mucho, en el propio hogar. Vale la pena dejar de trabajar y detenernos, reinventando la vida familiar, donde hemos podido vivir realidades de felicidad, pero también, donde afloran nuestros límites y, donde hemos podido ser enjuiciados, acusados, condenados, incomprendidos, mal interpretados, mal tratados y hasta -en cierta forma- "matados" en realidades y sentimientos profundos; porque existen en todos daños, bloqueos que no nos permiten siempre tratar con justicia a un niño, a un hijo querido, a una esposa o esposo, a un hermano, a un padre o, a una madre. No sabemos, muchas veces, que estamos dañando cuando dañamos y, no podemos, muchas veces, saber cuándo nos estamos dañando a nosotros mismos.
Pero esa triste verdad que existe en nuestra vida, tiene una luz y un sentido en esta Semana en la que re-encontramos al totalmente Bueno, a Quien no hizo nada malo, a Dios con Nosotros, lo vemos condenado, ultrajado, tratado desconocidamente, burlado, abofeteado, mal tratado, azotado, castigado, coronado de espinas y, hasta matado en una Cruz. Es El quien ofrece una Luz y un Sentido a lo más hondo de nuestra vida. Es El, quien desde la Cruz aboga por todos nosotros diciendo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Es precioso acercarnos a este Dios que nos ilumina, nos enseña y nos sana, para saber dar, como padres y madres a nuestros hijos una enseñanza que les permita a ellos hacer crecer y expresar lo mejor que hay dentro de cada cual. ¡Y es una ley natural!, si no crecemos, si no sanamos y superamos esos daños que hay en nosotros, lo transmitiremos a nuestros menores y, así el mundo se estaría perdiendo. Pero el Padre nos dio a todos su Espíritu, para que acogiéndonos a su Hijo sufriente, identificándonos con El, superemos también en El todo mal.
Hoy justamente es JUEVES SANTO, comienza el Triduo Pascual, los tres días principales, para los cuales nos hemos venido preparando durante la Cuaresma. Hoy celebramos el Principal break, cuando Jesús "broke the bread" (partió el Pan) Y nos indicó la importancia de detenernos para, comiendo juntos, satisfaciendo nuestras necesidades tanto materiales, como afectivas y profundas; lo descubramos a El los unos en los otros y, lo amemos a El los unos en los otros.
Jesús dijo. “hagan esto en memoria mía…” ¡Partir el pan juntos!. No dijo partir las familias, partir hacia otros lugares lejos del hogar, no se trata de un "partir" la rutina escolar; sino más bien, en lugar de tomar estas fechas para hacer lo mismo que pueden hacer otros, podemos hacer la diferencia arropados en el calor del hogar, en la riqueza del compartir unidos e integrados, para escuchar Sus enseñanzas, las que El quiere darnos a cada uno en su situación particular de vida y, que afloran al dejar fluir el respeto, la confianza y el amor de unos hacia otros.
Hoy Jesús nos deja también dentro de sus últimas enseñanzas, y es Su testamento: “Ámense los unos a los otros”. Es por ello que este día se hace muy significativo para nuestra Instrucción Ámense, la cual se inspira en ese mandato que Jesús dio al ponerse El mismo primero, a lavar los pies a sus discípulos.
Eh aquí que en Ámense propiciamos la enseñanza de los padres y los hijos de estar juntos y saber "qué hacer" y por qué hacer este break. No creer, como muchos, que se está perdiendo el tiempo. Ámense se hace ECO de la Última Cena, donde Jesús enseñó a sus apóstoles lo que debían hacer y cómo debían vivir, cuando EL no estuviera. Ámense alienta a sus miembros a que se Amen los unos a los otros, tal y cual El nos ama.
Para amarnos necesitamos conocernos, primero a nosotros mismos, descubrir y amar nuestra propia dignidad personal, donde El está reflejado; y de esa verdad sale el poder lavarnos los pies unos a otros, como el enseñó. Esto es: reconocer la dignidad de cada cual y, permitirnos sacar fuera lo sucio, lo que empaña y ensombrece ese inmenso valor: eso es lavarnos unos a otros.
¡Cómo necesitamos los unos de los otros! Muchas son las recomendaciones de Ámense al respecto, pero sólo conociéndonos podemos amarnos, pues es la única forma que podremos comprendernos para poder perdonarme, y saber perdonar a los demás.
Llevemos a efecto las recomendaciones de Jesús, para saber vivir con El, sin que lo veamos físicamente presente entre nosotros. Saber llevar sus enseñanzas a nuestras vidas y sobre todo a la de nuestros hijos, y que Su entrega y Muerte, no se pierdan; sino que se vea cada vez más actualizada en las nuevas generaciones, en las nuevas familias y en las nuevas sociedades.
Amémonos los unos a los otros, respetándonos, confiando en EL al confiar los unos en los otros, y sobre todo dejando que nuestra DIGNIDAD de ser personas, de ser HIJOS del Padre, se proteja y brille; ¡la de todos y cada uno! con la Luz de cada cual, que El nos regaló también a cada cual.
¡Ámense!
Abrazos
Alberto y Sara
Jueves Santo
Marzo 28, 2013
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